Brezales de corta talla (<1 m) de las tierras bajas sobre suelos ácidos, muy empobrecidos tras haber sido lavados por los lluviosos inviernos después de la deforestación antrópica, todo lo cual los adelgaza y reduce su capacidad de almacenar agua, causando sequías severas ocasionales.
La posición ancestral de estos matorrales, como revelan las diminutas y muy dispersivas semillas de las Erica y su floración masiva, visible a larga distancia, debió de encontrarse en crestas silíceas donde los árboles no podían mantenerse, los suelos eran lavados intensamente por la lluvia y el viento y, en verano, muy secos y, expuestos al impacto de rayos, sometidos a fuegos espontáneos ocasionales, condiciones que ejercieron las presiones selectivas conducentes a estos arbustos de corta talla, muy floridos, leñosos, perennifolios, de hojas pequeñas y semillas diminutas, con gran capacidad de rebrote tras el fuego y con una simbiosis radicular característica con hongos lignícolas. La deforestación antrópica a través del fuego, iniciada hace unos 6000 años, al eliminar competidores de talla más alta y provocar un empobrecimiento crónico de los suelos, les dio una ventaja inesperada e invirtió la imagen original, de modo que las antiguas islas arbustivas pasaron a convertirse en la matriz del paisaje y los bosques se vieron relegados a pequeñas manchas aisladas. A lo largo de las últimas décadas, los brezales, especialmente los de las zonas costeras, han experimentado una notable regresión, remplazados por plantaciones industriales de pinos y eucaliptos o, en zonas llanas aptas para la agricultura mecanizada, por cultivos forrajeros o prados artificiales, labrados y enmendados con abonos sintéticos. Los brezales de S42y, por causas climáticas, topográficas y socioeconómicas que se refuerzan mutuamente, se han visto menos afectados por estas tendencias regresivas.
Ocurrencias conocidas y área potencial de ocupación del tipo de hábitat en la región de estudio.